Los humanos como especie estamos siendo un problema para el resto porque nuestra vida no se integra a todo lo existente. Si miramos las acciones con perspectiva, pareciera que el espíritu del Hombre se mueve con ritmos postizos y no ocupa su justo lugar en lo universal. Nos cuesta acomodar nuestro mundo interior en el mundo que nos rodea y ésta es la alianza más importante: buscar la máxima resonancia con lo natural y el amor recíproco de las partes.
Todas las estrategias deberían estar apuntadas allí, para establecer la experiencia posible donde cuidar la tierra sea el camino a seguir. El universo es un sistema de ritmos y energías y al pensamiento del Hombre le cuesta deslizarse en paralelo con esa resonancia existencial, más bien tiene una actitud perpendicular que interrumpe la sincronicidad. La tierra lo suministra todo, pero hacemos mal uso de los recursos disponibles porque creemos que están a nuestro servicio y no captamos la responsabilidad que significa formar parte de un Todo. Estar al margen de la naturaleza es insostenible y en cambio de latir con ella es la sensación más alivianadora del mundo.
Mientras mejor nos alineamos con la existencia, más honramos la creación y la vida que nos fuera concedida cobra un sentido mayor y eso nos da paz.
Observar con lucidez el camino que nos configura la sociedad, porque está basado en estructuras artificiales y no naturales. Buscar el rendimiento espiritual y no tanto el material. Separar las necesidades reales de las inventadas, leer mejor la información.
¿Qué se premia? ¿Cuál es el éxito?
La más triste de las privaciones es no dar lo mejor de nuestro espíritu y las trabas para hacerlo están casi siempre adentro nuestro y no afuera. Los bloqueos internos son los mayores obstáculos, el peso de nuestros miedos, el lugar que ocupamos en los círculos viciosos y la seguridad que proporciona el funcionamiento colectivo que termina siendo un instinto de supervivencia barato.
Mirar la existencia con claridad, hacer nuestros planes y colaborar con los planes que tenga la vida para nosotros. No atascarnos entre los laberintos organizados por la sociedad y la religión. No aplastar el sentimiento con el intelecto. Encontrar los pasos propios y un recorrido posible de luz en nuestro espacio inmediato teniendo conciencia de la multiplicidad de planos.
Los talentos son una posibilidad, no son un logro y el camino que lleva de uno al otro es una tarea para la vida y requiere una actitud dedicada y capaz, nos paguen o no.
La sustancia humana puede tener una eterna insatisfacción y una débil capacidad de agradecimiento. Más allá de las épocas y las contradicciones, el vivir bien es una tarea personal, lidiar con los problemas es parte de todo, siempre lo ha sido, siempre lo será.
La naturaleza es siempre cruda y elegante, los pueblos también, su identidad y su respeto por la tierra son indivisibles y esa es mi imagen favorita.
Vivir, vivir intensamente, ese es el rezo primero.
Busco mi centro de gravedad para acomodarlo, porque siento que la amistad responsable del Hombre es uno de los antiguos sueños de la tierra.
Donde exista la vida, siempre, una ceremonia está a punto de dar comienzo.