Paso las horas contemplando todo lo que sucede a mi alrededor y descubro la vida manifestándose en cualquiermetro cuadrado del mundo. Pierdo el tiempo durante tardes enteras observando cómo se mueven los árboles y al hacerlo siento que gano el tiempo. Me cuesta pensar en términos de lo que sucede en vez de soñar lo que debería suceder, pero acepto todas las formas de lo existente, tal cual se presentan.

Voy aprendiendo las cosas con mucha lentitud. Siento que no hay un centro por que no hay una forma única, ni una figura, solo un orden superior no verificable donde el hombre ve distintas interpretaciones y posibilidades. La fe es entregarse a ese orden. No me concentro en ninguna imagen o concepto de Dios, sin embargo, ante la felicidad y el miedo me encomiendo a él y confío.

Siento que la búsqueda espiritual es asumir responsabilidades con la vida, es algo personal y requiere libertad. Cuando la sociedad y la religión imponen caminos, bloquean caminos. El pensamiento necesita flexibilidad y quietud, un rato suficiente para respirar la naturaleza y su abundancia. Cuando no queda lugar para meditar sobre el propio rumbo nada se investiga, ni se revela.

Donde no hay silencio ni espacio interior, se demora el encuentro con nosotros mismos y eso nos distancia del propósito sagrado que el descubrir quién uno es y tener la claridad para serlo.